Categorías
Narración

¡Pues sí! ¡Vaya sorpresa que nos dieron el sábado! Este año se ha celebrado la 12ª edición de Ahoz-aho en Tolosa, organizada por Intujai y, como colofón a todo un mes lleno de cuentos, celebramos un Encuentro de Narradores Vascos.

A la mañana, después de unas ponencias sobre narración oral a cargo de Maialen Moreno y Leire Díaz de Gereñu, disfrutamos y viajamos con las palabras y los silencios de Nicolás Buenaventura.

Y comenzó el reparto de Calabazas de Oro: la primera fue para Leire Díaz de Gereñu, gran estudiosa de la narración oral. Fue un momento emocionante, sobre todo, claro, para ella.

Tras una opípara comida (crema de calabaza y lengua guisada, que todo estaba pensado), May Gorostiaga y Joxemari Carrere salieron a repartir las Calabazas de Oro. Sabíamos que una de ellas era para el gran escritor Juan Kruz Igerabide, por su labor en el mundo de los cuentos. Aplausos y preciosas palabras, con cuento incluido, al recibir este premio tan merecido. Más aplausos.

Pero luego, siguieron este par de kontalaris diciendo que habían pensado en dar otra Calabaza de Oro sorpresa a unos “dinosaurios” de la narración oral (“¡ah!, como nosotros” pensé yo), que llevaban ya tantos años en el mundo de los cuentos, que ya sabían de la labor de programar sesiones de cuentos (“¡ah! Como nosotros” pensé yo), que, además de programar para adultos también lo hacían en euskera y además en Bilbao (“¡ah!, como nosotros!!????”)… ¡Ja! ¡Y es que éramos nosotros!! ¡Alabazan! ¡Vaya cara que se me quedó! (Pedro, traidor, algo sabía, pero yo no tenía ni idea).

Y allí salimos los tres, más contentos que unas castañuelas, con solo dos palabritas en la boca: ¡¡Muchas gracias!!

Siempre es de agradecer que los demás sepan de la labor realizada, que, por realizarse en la sombra, no se ve más que en los resultados, un trabajo que se hace a gusto, por el placer de hacerlo bien, sin más, sin esperar nada a cambio, pero, ¡es tan dulce! Confieso que en el momento no me venían más palabras, pero después me vino a la cabeza ese cuento tan conocido y breve de Monterroso, y, por jugar, que lo podía cambiar así:“Cuando despertó, la tribu de calabazasaurios todavía estaba allí, soñando”.

Sigamos pues soñando las y los narradores juntos y juntas, compartiendo las historias que tenemos en nuestras calabazas, porque eso nos da la fuerza para seguir adelante y las ganas de seguir haciéndolo bien. Mil gracias a la tribu de Intujai por seguir organizando este festival.

Gracias personas amigas y hasta la próxima.

Un beso enorme.

3 abril 2019, miércoles

Bego Alabazan
Compartir